21 may 2009

Besando al bebé

Estas fotos ya tienen un tiempo... no hay más que verlas para deducir que Miriam tiene barriguita y que Aran sigue dentro, pero las he querido poner porque las he visto y me han recordado esos momentos en que Jon señalaba a la barriga y decía "E Bebé, e Anán".





Siempre nos quedará la duda de si para él "Bebé" y "Anán" era el interior o el ombligo, porque siempre señalaba al ombligo, jajajaja.

El biberón también se da a demanda



Hace unos días comentábamos la recomendación de alimentar a demanda a los bebés que toman leche materna y hoy vamos a hablar de cuándo y cuánto debe comer un niño alimentado con leche artificial (o con leche materna en biberón).

A menudo, incluso muchos profesionales de la salud lo hacen, se comenta que la lactancia materna es a demanda, pero que la alimentación mediante leche artificial debe ser ofrecida en base a unos horarios preestablecidos.

La realidad, y ya lo recomendó la ESPGHAN (Sociedad Europea en Gastroenterología, Hepatología y Nutrición en Pediatría) en 1982, es que el biberón también se da a demanda. Ahora explicaremos el porqué.

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¿Podemos fiarnos de los pediatras a la hora de hablar de lactancia?



Nadie duda actualmente que la lactancia materna es el mejor alimento para los bebés, sin embargo la generación de madres actuales no ha contado con la ayuda de sus madres o familiares para aprender a dar el pecho.

En otras palabras, a dar el pecho se aprende, no es algo innato, pero la transmisión de conocimientos de manera generacional se perdió cuando nuestras madres y abuelas (sobretodo nuestras madres) dejaron de amamantarnos en pro de la que entonces se conocía como la mejor leche posible, la artificial.

Esta situación hace que muchas madres tengan problemas con el amamantamiento derivados de malas posiciones, problemas en la estructura oral de los bebés (frenillo en la lengua o mandíbula inferior pequeña), implantación de horarios, mitos sobre la calidad o cantidad de leche, etc. que hacen que muy pocos bebés lleguen a los seis meses tomando leche materna exclusiva.

Para todos estos problemas las mamás (y papás) buscamos la ayuda de los pediatras (los médicos de los bebés). Ahora bien, ¿podemos fiarnos de ellos a la hora de hablar de lactancia?

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17 may 2009

¿Dejarles que se estrellen o permitir que lo intenten?



Este es un tema que ha salido a menudo en conversaciones con compañeras de trabajo, amigos, conocidos, etc.
También lo he vivido en mis carnes como hijo y probablemente lo viviré como padre.

Por la naturaleza exploradora de los niños, por las capacidades de invención, por la ilusión de aprender y de iniciar nuevos proyectos llegan a veces momentos en que ves, como padre, que tus hijos van directos al fracaso.

“Se va a estrellar fijo” piensas y mientras tanto recuerdas el día que tú quisiste hacer lo mismo y que te estrellaste también o el día en que estabas decidida a intentarlo y te dijeron “te he dicho que no, lo hacemos por tu bien, un día lo entenderás” sintiéndote totalmente frustrada y enfadada.

Y aquí está el quid de la cuestión. ¿Intervenir o no? ¿Dejar que lo intenten o negarles esa posibilidad a sabiendas que saldrá mal?

La última vez que mantuvimos este debate, sin hacer estadísticas, había más o menos un triple empate entre el “yo le dejaría que lo intentara”, “yo evitaría que lo intentara” y el “no sabe / no contesta”.

Bien, sé que es una decisión difícil y sé que sobretodo hay que ver el carácter y la personalidad del niño en cuestión, pero me veo capaz (valiente que soy) de realizar una generalización o como mucho de decir qué pienso del tema.

“Quien no arriesga no gana” o “Al que teme la muerte la miel le sabe a hiel” son dos proverbios que resumen mi opinión al respecto.

Yo sé quién soy yo (o eso creo) y sé dónde puedo arriesgarme y dónde no, sé dónde siento miedo y dónde me siento seguro y sé hasta dónde quiero llegar y dónde prefiero parar, pero yo no soy mi hijo, yo no sé hasta dónde quiere llegar, ni dónde está su nivel de seguridad o hasta dónde se atreve a la hora de emprender nuevos proyectos o aventuras.

Con esto quiero decir que yo pude vivir una mala experiencia con algo que quise intentar y no conseguí, y que mi hijo quizá lo consiga.

Quiero decir que puede que se dé el mismo batacazo que me llevé yo, y quizá él tenga la capacidad de volverse a levantar e intentarlo de nuevo ahí donde yo tiré la toalla.

Quizás yo viví una mala experiencia que no quisiera jamás volver a repetir y ante un revés igual, mi hijo sea capaz de extraer diferentes conclusiones o transformar una mala experiencia en un aprendizaje positivo.

Los niños, como personas que son, tienen una vida que vivir y unas decisiones que tomar. Si nosotros las tomamos por ellos, jamás serán autónomos, jamás habrán aprendido a escoger.

No quiero decir con esto que los niños tienen que hacer lo que les de la gana en cualquier circunstancia. En toda casa hay unas normas establecidas y unos valores que deben ser respetados, pero los padres podemos tener la manga un poco ancha en cuanto a las elecciones de la vida porque de esta manera crecerán a partir de la responsabilidad sobre sus actos y no a partir de las limitaciones que les impongamos.

En otras palabras, creo que vale más que ellos vayan un paso por delante si así lo han decidido para que yerren y aprendan de sus errores que no que caminen un paso detrás nuestro y seamos nosotros los que marquemos su destino.

16 may 2009

Qué hacer y qué no hacer para que los bebés duerman mejor (II)



Seguimos con esta entrada el tema iniciado la semana pasada en el que tratamos de abordar los consejos que se suelen dar para que los bebés duerman un poco mejor (si es que puede ser).

Cansarlo mucho por el día para que duerma de noche

Esta es otra de las recomendaciones más universales y que menos suele funcionar. Cuando un niño está excesivamente cansado su cerebro y su cuerpo se encuentran sobrecargados. Esto hace que estén irritables, llorosos y que les cueste más relajarse y conciliar el sueño.

Una vez se duermen, al hacerlo en un estado de falta de relax, suelen tener un sueño intranquilo y con más despertares de lo habitual.

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Qué no haríamos por nuestros hijos



Esta maravillosa fotografía titulada “Mis padres ya no saben dividir” se acompaña de este texto que la explica:

Mis padres ya no saben dividir
Estamos felices
mi hermano y yo.

Esta noche hay un festín
de doce piezas para cuatro.
Pero mis padres
ya no saben dividir.

Será la edad.
O el amor.


Preciosa por su significado. ¿Qué no haríamos por nuestros hijos, que a la hora de repartir la comida somos capaces de pasar hambre para que nuestros hijos coman?

Foto y texto: Antonio Mas

14 may 2009

Cuando se espera vida... y no llega



A raíz del post de ayer, Claudia me dejó un mensaje hablando de Uma.manita, una página de apoyo para los padres que sufren la pérdida del bebé que esperaban.

Es un momento triste, desolador... tanto que algo en mí me pide que dedique mi mente a otra cosa, que no lo imagine, que no me ponga en su piel, que no me va a gustar...

Os pongo el mensaje del blog de Claudia, que seguro lo expresa mejor que yo:

Nadie está preparado para la muerte de un hijo. Perderlo es, seguramente, uno de los dolores más grandes que existen.

Perder un hijo que aún no ha nacido es también una experiencia desoladora y terrible. La ilusión en esos meses de espera, soñar con él e imaginar mil caras, mil nombres para ese bebé que anhelamos y luego no mecerle, llegar a casa sin él, es devastador.
Poco importan las razones; cuando se espera vida y ésta no llega, cuando la espera tiene un final triste en vez de uno feliz, no existe consuelo. Parir a un hijo al que sólo tendrás en tus brazos un momento tiene que ser casi como que te arranquen el corazón. En algunos hospitales ni siquiera dejan que la madre vea al niño.

Actualmente no existen (o si los hay, están incompletos y son poco empáticos) protocolos específicos para las mamás que se encuentran en un proceso de abortar o parir un niño que no está vivo. Todo es ambiguo y poco personalizado. He tenido que escuchar muchas veces –tragándome las lágrimas- el dolor de mujeres que han pasado por este terrible momento al lado de otras que están en un trabajo de parto feliz. A la pena de estas mujeres se suma la alegría de otras. Algo inhumano e injusto.

Muerte perinatal o neonatal... parece tan complicado... tiene un nombre poco compasivo. Como si esos bebés no tuvieran derecho a un nombre y a ser parte de una familia. De hecho, la ley no contempla todavía estos casos; no se puede inscribir al hijo no nacido en la libreta de familia y el único soporte legal para esa inscripción es, de momento, la Reforma Amanda, una proposición no de ley, impulsada por unos papás que perdieron a su hijita.

Existen pocos recursos sobre este tema. Es una cuestión delicada en la que nadie quiere ser “sujeto activo” y que todavía resulta tabú en cualquier conversación. Nadie quiere imaginar jamás que algo tan triste nos suceda algún día y no sabemos cómo enfrentar a la amiga, la vecina, la conocida que cruzamos por la calle sin embarazo y sin niño.

Uno de esos recursos es Uma manita, una página web desde la que se brinda apoyo a los papás que han sufrido esta pérdida y que está coordinada por una pareja que la ha vivido. Les dedico este espacio dándoles las gracias por hacer de su tristeza un instrumento de soporte y acompañamiento a otras familias e intentar cambiar con su trabajo desinteresado esos protocolos inhumanos; empujar leyes más solidarias y sensibilizar a la sociedad sobre un tema del que sabemos poco y al que, con toda razón, le tememos.


Fuente: Papá conejo - Mamá piojo

Premio Pulitzer 2009: parir en Haití



Acaba de parir tumbada en esa camilla, acompañada de otras mujeres en camillas paralelas que también esperan un bebé.

No sabe qué es eso del contacto piel con piel al nacer, no sabe qué es eso de poner a los bebés inmediatamente al pecho, no sabe qué es un protocolo de parto, ni un plan de parto, ni un ingreso de tres días para ver que todo vaya bien.

Esta mamá se levanta después de parir para dejar paso a la siguiente. Hay pocas plazas y hay que parir deprisa. Una lágrima recorre su rostro, a punto de llegar a su labio, fruto del dolor, de los nervios, del momento…

No hay sábanas, ni aire acondicionado, ni demasiada higiene. No hay intimidad ni posibilidad de desconectar, no hay silencio que le permita relajarse.

No hay tampoco un camillero que la acomode en una habitación, ni una enfermera que venga de vez en cuando para ver cómo va de dolor o qué tal se coge el niño al pecho, ni un control de aquí a unas horas para ver que su hijo y ella estén bien.

Esta mamá se levanta, como una más, para coger a su bebé recién nacido y volver a su casa. Eso es todo, “ya pasó”. Así se pare en Haití.

Esta fotografía ha sido premiada con el premio Pulitzer 2009.

Fuente: ABC
Más información: The Pulitzer Prizes

Publicado originalmente en Bebés y más.

13 may 2009

Bocado de realidad: por una atención más humanizada



Hoy he podido leer una historia real que me ha dejado el corazón en un puño. Se trata de la historia de Inés, una mujer madre de dos hijos que parió a una niña a las 23 semanas y dos días de gestación que falleció al poco de nacer.

Tres días después de parir Inés seguía en el hospital ingresada y dialogando con el enfermero le dijo: “Ya ves, pensando en mis dos hijos, los he dejado en casa, y mi hija muerta, ¿qué les puedo decir después de tanto? Pienso en ellos. Y yo aquí para nada, todo el tiempo perdido. Me dijo mi marido que no viera a la niña.”

Inés estuvo un mes ingresada sin poder moverse de la cama porque tenía contracciones y su hija corría riesgo.


De vez en cuando tenía metrorragias, pero una mañana fueron más abundantes y ella notó que algo estaba pasando. Se lo comunicó al médico que dijo que no había ningún cambio, todo normal para su estado.

A las tres o cuatro horas Inés notó que algo se movía por abajo. Su hermana levantó la sábana y vio las piernas moradas del bebé asomando por la vulva.

Inés fue tratada de urgencia: “Les dije que no me durmieran, que quería verla, pero no me hicieron caso. Nació viva, notaba sus piernas cuando salía, pero ya me habían dicho que viviría unos minutos si llegaba a nacer [...] Yo quería haber estado con ella esos minutos de vida.”

Pidió que le dejaran ver a su hija muerta, días después, y el enfermero traspasó el deseo a la supervisora que le dijo que “aquí nunca se les ha dejado que lo vean por su bien, se las duerme cuando el niño va a salir y cuando se despierta todo ha pasado”.

Al final consiguieron que le dejaran ver a su hija. Inés necesitaba elaborar su duelo, comprender la pérdida. En la silla de ruedas le entregaron a su pequeña, envuelta en paños estériles verdes. La cogió entre sus brazos, llorando, la acurrucó, la apretó contra su pecho y le dio un beso.

“No le veo nada malo [...] no entiendo porqué los médicos no me dejaron verla [...] Salió viva, respiraba, yo la noté. Es muy guapa, ¿no crees? No es tan pequeña, tenía cinco meses. Ahora me siento mejor.”

Esto es sólo un resumen de la historia. Os recomiendo que la leáis completa, pues merece la pena. Está narrada en primera persona por Alberto Gálvez Toro, el enfermero que, haciendo la residencia de matrona, vivió el suceso junto a Inés.

Ella pidió estar despierta, ella quiso verla, sentirla y tocarla en el momento de nacer. Sin embargo la durmieron por su bien, para que todo pasara sin enterarse.

Ojos que no ven, ¿corazón que no siente? ¿Qué clase de profesionales de la salud tenemos (y somos) que obvian de esa manera las emociones de una persona? ¿Por qué no se respetan los deseos de una madre? ¿Querer hacer algo diferente es impropio?

Inés escuchó su cuerpo, sintió que algo no iba bien y así lo comunicó. Ella sabía que estaba de parto pero no la creyeron. Ella lo sabía. La niña habría fallecido igualmente, pero la sensación para esta madre habría sido bien distinta si al menos hubieran confiado en ella.

Esta es una de tantas razones por las que las mujeres piden una atención al parto (y la sociedad un trato) más humanizado por parte de los profesionales de la sanidad. Las mujeres que van a parir son personas sanas que solicitan una ayuda por si algo no va bien, sin embargo a menudo se les trata como personas enfermas y a la vez como si no lo fueran: “venga, no te quejes tanto, que sólo vas a parir”, “estate quieta o te dolerá más”, “¿que estás de parto? Jajaja, primeriza, seguro…”

Fuente: Revista Índex de Enfermería

Publicado originalmente en Bebés y más.

12 may 2009

Qué significa dar el pecho "a demanda"



Tras tres entradas explicando la importancia de dar el pecho a demanda y el por qué dejamos que los bebés controlen su alimentación pasamos hoy a intentar explicar un poco qué es realmente eso de "a demanda".

Dar lactancia a demanda significa dar el pecho cada vez que el recién nacido lo pida, sin embargo hay que tener en cuenta que ellos no “piden” ser alimentados de manera verbal, sino que hemos de ser nosotros los que recibamos las pistas que nos dan para saber que tienen hambre.

Un aumento de la actividad, movimientos de búsqueda, sonidos, abrir y cerrar la boca, chuparse los puños, gorjeos suaves o suspiros, chasquidos de lengua y quejidos son mensajes de que el niño podría estar pidiendo alimento y la labor de los padres es la de percatarse de ellos para iniciar la toma.

Muchos niños, si no son alimentados en ese momento acaban rompiendo a llorar, sin embargo el llanto es un signo tardío de hambre, algo así como el momento de desespero: “llevo rato pidiendo comer, ¿es que nadie me va a dar de comer?”

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El parto de la mujer Neandertal era casi igual que el actual



Una pelvis fosilizada ha servido para analizar los tipos de parto que tenían las mujeres Neandertales y la conclusión es que parir en aquella época era prácticamente igual que hacerlo ahora.

El fósil se halló en 1929 en Tabún, Israel, y ha servido para realizar una investigación publicada en la edición digital de la revista "Proceedings of the National Academy of Sciences" (PNAS) comparando la pelvis con la de la mujer actual.

La pelvis ya había sido reconstruida y estudiada en dos ocasiones desde su encuentro y se llegó a la conclusión de que los bebés Neandertales nacían mediante la misma técnica rotatoria que las mujeres actuales, sin embargo no era del todo concluyente por lo incompleta que se encuentra ya que, entre otros, falta el hueso sacro.

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Qué hacer y qué no hacer para que los bebés duerman mejor (I)



Hace ya unos días analizamos un poco los despertares nocturnos de los niños para tratar de normalizar las noches y explicar que el sueño es un proceso evolutivo que cambia de manera natural hasta llegar al sueño prácticamente adulto a la edad de 5-6 años.

Esto no quiere decir que no podamos hacer nada para que, de una manera poco agresiva y sin modificar las pautas naturales de los bebés, nos permitan dormir un poco mejor a los padres.

Inicio esta serie de entradas con la intención de dar a conocer los diversos consejos que se suelen dar o seguir para tratar de que duerman un poco mejor explicando por qué se recomiendan o por qué no se recomiendan.

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Guía roja y verde: no a los transgénicos en la alimentación infantil



Un alimento transgénico es aquel que ha sido creado mediante manipulación genética.

Mediante esta manipulación se consiguen especies de plantas y piensos para animales que no existían en la naturaleza con la finalidad de conseguir plantas más resistentes a plagas, animales que produzcan más o crezcan más y por lo tanto obtener un mayor beneficio económico.

Los efectos secundarios de los transgénicos están en entredicho por el aumento de tóxicos en la agricultura, contaminación genética, pérdida de biodiversidad, desarrollo de resistencias en insectos y “malas hierbas”, riesgos sanitarios y efectos no deseados en otros organismos. De hecho los efectos sobre el conjunto de los seres vivos son imprevisibles y nosotros y nuestros hijos estamos siendo las cobayas de este gran experimento.

Por esta razón Greenpeace lleva tiempo elaborando y actualizando la guía roja y verde de los alimentos transgénicos para que la población española conozca qué alimentos de los que está comprando, incluida la alimentación infantil, son transgénicos o bien contienen derivados de los mismos y cuáles están libres de ellos.

Para elaborar la lista divide los alimentos por marcas y tipos y los clasifica en la zona verde si son libres de transgénicos y derivados y en la zona roja si están etiquetados como tales, si se han hallado transgénicos en análisis de laboratorio o si las marcas no han garantizado a Greenpeace que sus productos estén libres de ellos.

Así podemos ver como tres marcas de comida infantil, Hero con todos los productos, Nestlé, también con todos sus productos y Danone, con los productos Nutricia, Milupa, Dumex, Mellin, Cow&Gate y Blédinano están en la lista roja por no haberse declarado libres de transgénicos.

Incluso Bimbo y Kellogg’s, responsables de los desayunos y meriendas de miles de niños y adultos están en la misma situación por el mismo motivo.

Más información: Greenpeace
Publicado originalmente en Bebés y más

10 may 2009

Explotando a Jon en casa



Este vídeo está grabado de hace tiempo... diría que como mínimo seis meses, pues Aran todavía no había nacido y Jon iba en manga corta, o sea, que aún tenía 2 años.

Lo pongo ahora porque he tenido un momento para sentarme a verlo y subirlo a YouTube.
Es una muestra de la explotación infantil que ejercemos sobre nuestro hijo.

Lo siento, tengo un humor un poco raro... No es cierto, aquí no hay explotación alguna, lo hace porque quiere.

¿Cuándo tienen que empezar a ayudar en casa los niños?

Pues para muestra, un botón. Cuando ellos quieran. Si Jon me pide desesperado que quiere fregar conmigo ¿cómo decirle que no?

De aquí unos años seré yo el que le pida que lo haga y si ahora no le permito explorar y aprender, me dirá que lo haga yo...

Así que ahí estamos, fregando, poniendo lavadoras y recogiéndolas (también pasa la ropa de la lavadora a la secadora).

7 may 2009

El suplemento de hierro durante el embarazo podría incrementar el riesgo de parto prematuro y de bajo peso



Uno de los factores que se controlan durante los embarazos, con las analíticas, es el de la cantidad de hierro de la futura mamá.

La mayoría de veces la concentración de hemoglobina baja de los 11 g/dl y muchos profesionales consideran esta disminución como una anemia suplementando la alimentación de las embarazadas con hierro.

La realidad es que este suplemento consigue aumentar los niveles de hierro (que es lo que se busca), pero según los niveles de hemoglobina a los que se llegue se incrementa el riesgo de que el parto sea prematuro y de que el bebé nazca con bajo peso.

En otras palabras, el suplemento de hierro que se da a muchas embarazadas casi por protocolo está contraindicado la mayoría de veces.

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Por qué se dice que la lactancia materna es a demanda (III)



Hace unos días explicábamos algunos cambios que suceden en la leche materna durante la toma y hoy entraremos en este tema para profundizar un poco más en estos cambios y en cómo los bebés lo controlan.

Desde ya os aseguro que cuesta creerlo, pues es tal el control que un niño tiene sobre su alimentación que hasta asusta (a mí por lo menos...).

Se sabe que la leche de uno de los pechos es más rica en proteínas que la otra. Esto hace pensar que los niños pueden elegir qué pecho tomar en base a las necesidades de proteínas que tengan.

Ya comentamos en la anterior entrada que la leche, como tejido vivo que es (como la sangre, que es un tejido líquido vivo), cambia su composición durante la toma. Lo cierto es que no sólo cambia durante la toma, sino que también cambia mientras no se está realizando ninguna toma.

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6 may 2009

El parto en casa en Holanda es tan seguro como en un hospital



Hace años que en Holanda los embarazos de bajo riesgo son atendidos por comadronas en los domicilios de las parteras. Se trata de una práctica tan habitual que supone el 30% del total de los partos.

En el año 2004 el departamento de Salud Pública de la Unión Europea publicó que el índice de mortalidad de bebés recién nacidos en Holanda era del 10 por 1.000, el doble que en España.

Esto disparó las alarmas y el alto índice se achacó a los partos domiciliarios. Una investigación médica actual demuestra que el parto en casa en Holanda es tan seguro como en un hospital.

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Lo que el Dr. Estivill debería explicar (si fuera sincero)


Hace unos días explicamos cómo es el sueño de los niños y cuándo, más o menos, empiezan a dormir de noche. La información que pudisteis leer choca casi frontalmente con las teorías del Dr. Estivill, así que he querido emular un escrito que pienso que el Dr. Estivill debería hacer, para decir la verdad a todas las madres y padres:

Mi libro, “Duérmete niño“, ha sido traducido a varios idiomas y se han vendido en todo el mundo más de 20 millones de copias.

El libro va dirigido a los niños con problemas de insomnio, los que no se pueden dormir de manera patológica, pero niños con insomnio hay muy pocos, así que tuve que explicar el sueño de los niños de manera poco cierta para que 20 millones de personas con bebés completamente sanos pensaran que sus hijos realmente dormían mal (y los que lo siguen comprando).

He decidido ser sincero y explicar realmente cómo es el sueño de los niños y qué es lo que podríamos considerar normal:

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5 may 2009

El secreto de ser padre


La siguiente historia la explicó una mamá en un foro hace unos días (lo explico de memoria):

“Hace unos días nació mi hija. Fue mediante cesárea y ello hizo que estuviéramos separadas algo más de una hora. Durante ese tiempo estuvo todo el rato en los brazos de papá, que me la entregó cuando llegué.

Entró la comadrona y me dijo:
- ¿Cómo estás?
- Bien – le dije, intentando que pareciera que tenía controlada la situación (la procesión iba por dentro).
- De acuerdo, pues ahora tu pequeña estará contigo – me abrió la camisa dejándome el pecho descubierto, me la puso en contacto piel con piel y me dijo: ahora seguramente llorará un ratito. Es normal, te va a contar lo que le ha pasado.”

Esta preciosa historia me conmovió por dos cosas. Primero por la dulzura de la comadrona y segundo por ponerle nombre a las emociones y al llanto de una niña recién nacida.

Parece mentira pero es cierto, los niños recién nacidos sienten, sufren, se estresan, es entristecen, se… es decir, tienen sentimientos. La diferencia obvia con nosotros es que no los entienden, no los saben expresar ni saben qué hacer con sus malestares.

El momento de nacer es muy traumático para los bebés. Pasan de un estado de oscuridad, de ruidos amortiguados, de temperatura perfecta, de mecimiento continuo a un entorno frío, altamente iluminado, de excesivos ruidos y de muchos cambios.

Todos sabemos y muchos sufrimos ansiedad ante determinados cambios (una mudanza, un cambio de trabajo, una ruptura,…), pues bien, nacer es un CAMBIO, así, con mayúsculas y con negrita. Es un cambio de trabajo, de vivienda, de país y de vida, todo junto y en una persona a la que ni siquiera han avisado ni entiende de qué va.

Hay niños que lloran durante varios días a la misma hora en que nacieron. Quizás sea casualidad. Yo prefiero pensar que de verdad han sufrido una experiencia que les atormenta y de esta manera puedo acercarme emocionalmente a ellos y entender su aflicción y muchos de sus llantos.

Me molesta en sobremanera cuando ante un bebé llorando gran cantidad de comentarios adultos se dirigen hacia dos únicas direcciones: el marraneo o la tomadura de pelo.

Los adultos necesitamos cariño, necesitamos seguridad emocional (que conseguimos con un vínculo formal llamado matrimonio o pareja) y solicitamos apoyo en momentos de inquietud, ansiedad o necesidad. Muchas veces ni siquiera pedimos una solución sino que nos contentamos con un hombro en el que apoyarnos o con alguien que sepa escuchar y nos entienda. Y cuando buscamos ese cariño, ese apoyo y esa seguridad emocional, no estamos tomando el pelo, ni siquiera estamos marraneando. De hecho, estos son los momentos en que más sinceros somos, pues pedimos las cosas desde el corazón.

Bien, pues este es el secreto. El secreto de la paternidad es la empatía, la capacidad de ponernos en el lugar de otras personas para entenderles y si es tu hijo, además, intentar sentir lo que siente.

Para vivir una paternidad consciente, para poder actuar de corazón, para poder hacer caso a tus verdaderos instintos debes ponerte a su nivel. Tú eres el adulto y tú eres el que tiene capacidad racional y experiencia en la vida. Tú debes adaptarte a él y no al revés.

El bebé acaba de llegar. No entiende nada y parece que todo le molesta. En vez de quedarte en el “mira, que listo, sólo quiere brazos”, ¿no sería mejor que intentaras llegar más allá y te preguntaras “por qué sólo quiere brazos” y te pusieras en su lugar? Si acabaras de nacer y sólo tuvieras a tus padres, ¿no querrías estar con ellos a todas horas?

Qué podemos hacer los papás ante el Baby Blues



Sé que suena a canción para bebés, pero no, el Baby blues es una manera elegante de llamar a los cambios de humor que sufren muchas madres en los días siguientes al parto.

La causa es el continuo baile de hormonas que acaba afectando a su química cerebral y que puede hacer que te conviertas en el blanco de muchos enfados.

Tan probable es que se enfade contigo porque le has apretado demasiado el pañal al bebé y te diga que no lo hagas nunca más como que un rato después se queje porque no se lo cambias y no le ayudas.

Y tú mi querido papá sufres esos cambios de humor y piensas (o le dices) que “a ver si te aclaras”, iniciando a veces una discusión que podría evitarse.

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